domingo, 20 de enero de 2013

Volver a disfrutar del Paral·lel

El Paral·lel, el Montmartre barcelonés.
Soy una de esas barcelonesas jóvenes que puede rememorar un momento de mayor esplendor en la avenida del Paralelo. Recuerdo más teatros, todos ellos en funcionamiento: Cuando era pequeña aún se podía ir al Teatre Arnau a ver alguna obra y El Molino desprendía algún tipo de magia bohemia (intuía que había algo prohibido ahí dentro, aunque no sabía muy bien el qué).

Fueron pasando los años y, la vía que me había visto crecer, se fue volviendo gris. Algunas luces se apagaron y varios edificios envejecieron de golpe. La calle del espectáculo de Barcelona se convirtió en una avenida más, aunque con varios teatros. La magia había desaparecido.

Sin embargo, el Paralelo, tal y como se explica en la exposición El Paral·lel, 1894-1939 del CCCB, durante las primeras décadas del siglo XX presentó la mayor concentración de locales de espectáculo del mundo. Evidentemente, yo no lo viví pero he podido degustar aquella esencia en la muestra. Por cierto, imprescindible.

El recibimiento ya es magnífico: una pantalla panorámica con imágenes en blanco y negro regala al visitante la experiencia soñada de pasear por aquella avenida a finales del s.XIX y principios del s.XX, de disfrutar del ambiente de una vida que crecía en la calle (y no delante del televisor). Son fotografías editadas de tal manera que se consigue cierto efecto 3D y el sonido recreando las voces y la música es todo un acierto.

La exposición, algo extensa, se podrá visitar hasta el 24 de febrero.

Varias citas, pinturas y fotografías conducen hacia el primer espacio dedicado al mundo del espectáculo, donde se pueden ver varios artilugios que se usaban en espectáculos de magia, así como cabezas de muñecos con los que se hacía ventriloquia. Después se llega a la sala dedicada a los planos urbanísticos de la zona, en la cual se explica que Ildefons Cerdà diseñó el Paralelo con la idea de hacer una vía de grandes dimensiones semejante a la Diagonal o a la Meridiana y que en 1894 se inauguró con el nombre de avenida del Marqués del Duero. Conservó dicha identidad hasta 1979 cuando pasó a llamarse avenida del Paralelo (durante la República se llamó Francesc Layret).

Otro dato interesante: El porcentaje de calle ocupado por salas de espectáculo en 1934 era del 73,1%, con lo cual hubo un crecimiento asombroso en pocos años, pues en 1895 la cifra era del 4%.

Una mujer escucha la pianola.
Una vez bien conocida la vía principal y los alrededores, también con muchas fotos de teatros y terrazas, se llega a la pianola (¡se puede hacer sonar!) y, pasada esta, a la sala Ciudad Burdel. En ella se pueden leer citas que describen la realidad de aquella zona que no creo que dejen indiferente a nadie (El sitio es lóbrego y solitario: grupos de hombres, en su mayoría adolescentes, de talleres y fábricas, se estacionan delante de una de ellas, y por un precio módico hacen el coito bucal, masturban y el coito normal, a la vista de todos, que les excitan con palabras soeces) y ver cosas tan curiosas como cartillas sanitarias de meretrices, guías nocturnas de la ciudad donde se incluyen las casas de huéspedes para caballeros y direcciones de "señoritas", una tarjeta de visita de una prostituta llamada Rosario, monedas de burdeles, preservativos, etc.

Artistas de la época.
Llegado a este punto, el visitante se introduce de pleno -y para no salir ya hasta finalizar el recorrido de la exposición- en el mundo del espectáculo: los cuplés y las cupletistas, las academias de varietés, las bailarinas, los espectáculos de teatro, el circo,... Es tan extensa esta parte, hay tanta información, que bien podrían haberse hecho varias exposiciones más específicas sobre lo que acontecía en el Paralelo por aquella época.

Volviendo al presente, muchas cosas han cambiado y quizá otras no cambien jamás. Sin embargo, desde la FEM (Fundació El Molino) se trabaja por recuperar parte de lo que fue. Su lema: El Paralelo, el "Broadway" barcelonés.

Por el momento, yo he visto como en 2010 el teatro Artèria Paral·lel abría sus puertas cogiendo el relevo del antiguo Teatre Espanyol cerrado en 1980 y a El Molino volver a abrirlas después de haberlas cerrado en 1997. También he visto -¡ya tocaba!- un Paralelo con grandes luces de Navidad y restaurantes modernos que atraen a las gentes más selectas de Barcelona.

¿Y ahora? ¡Qué empiece el espectáculo!

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