sábado, 23 de junio de 2012

Entrevista a Álvaro, bajista de Vetusta Morla

Álvaro B. Baglietto, bajista de Vetusta Morla, fue el último en incorporarse al grupo después de una estancia en Holanda por temas de trabajo que poco tenían que ver con la música. Pero, antes de marcharse de España, en los 90, estuvo en varios grupos de rock madrileños con lo que llegó a tener cierta repercusión. Y ahí fue cuando conoció a la banda, a la que se incorporó en 2002. Seis años más tarde, todos ellos pudieron dejar de un lado sus profesiones para dedicarse plenamente a la música.

Publicaron su último disco, su segundo largo, en mayo del año pasado y aún siguen con la gira, la cual durará -calcula Álvaro- hasta septiembre. Nuestro nivel de satisfacción con Mapas es máximo. De hecho, creemos que es un paso más a Un día en el mundo. El próximo viernes actuarán por primera vez en el Poble Espanyol de Barcelona.

El grupo al completo con Álvaro B. Baglietto de pie en el centro.

-Vuestro sueño era vivir de la música, ¿los sueños son más bonitos cuando se cumplen?
Los sueños cuando se cumplen dejan de ser sueños. No tengo la sensación de estar viviendo un sueño, la verdad. Vivo la realidad, intento apreciar lo que tengo, esforzarme en el día a día sin pensar mucho en el futuro. Trato de ser consciente de la suerte que tengo de vivir de lo que me gusta.
-¿Qué significa para vosotros la canción Copenhage del disco Un día en el mundo?
Es una canción que ya llevamos tocando mucho tiempo y nos ha acompañado durante todos estos años de buenas noticias y de éxitos musicales. Copenhage es una canción que siempre ha gustado mucho, a nosotros también, y me acuerdo del día que empezamos a tocarla en el local de ensayo antes de que nos conociera absolutamente nadie.
-Si Vetusta Morla hubiese tenido las cosas más fáciles, ¿sería diferente? Es decir, ¿ese tiempo de lucha os hizo más fuertes y os dio, de algún modo, identidad?
Sí, claro. Todo tiene un sentido en la vida, todo tiene un porqué. Las partes que pueden parecer negativas o los errores o los pasos en falso que das... todo tiene un porqué y todo tiene un aprendizaje. Si no hubiéramos ido por todo este camino, no hubiéramos aprendido todo lo que teníamos que aprender para llegar hasta donde estamos. Así que yo aprecio mucho todos los problemas que hemos tenido durante el camino. Les doy mucha importancia, igual que las medallas también los arañazos.
El grupo tardó diez años en obtener reconocimientos.
-¿Alguna vez os habéis planteado cantar en otro idioma?
Hubo una versión que hicimos para un concierto de Radio 3 en La casa encendida. Hicimos una versión de una canción nuestra con una letra de Shakespeare y no hemos vuelto a hacer nada más. Nos gusta expresarnos con nuestro propio idioma porque es el único con el que nos podemos expresar, con el que nos entendemos al 100%, sabiendo muy bien lo que significa cada palabra y los dobles usos que se les puede dar.
-Con Un día en el mundo obtuvisteis muchos premios, ¿creéis posible igualar ese éxito?
No, yo creo que no es posible porque cuando eres un grupo novel la gente te da más notoriedad y más importancia. Y, de hecho, hay muchos premios en ese sentido, premios que te entregan porque estás ahí en el anonimato y has destacado. Entonces hay muchos que ya no te dan por el hecho de tener un nombre y haber tenido reconocimientos. Quedan otros...
-Desprendéis muchísima energía encima del escenario, ¿es la misma que os entrega el público?
Sí, bueno, el público es que es como un generador de energía, pero el grupo debe tenerla también, Si el grupo no la tiene, tampoco empieza a generarse. Lo que sí ocurre es que si desde la primera canción el público está también con energía, eso es una turbina, tiene mucha potencia. Nosotros siempre notamos mucho la energía que tiene el público y es muy importante para nuestros shows sentir eso.
-Yo os conocí en el Arenal Sound del verano pasado, en Castellón, y recuerdo la cantidad de gente que se agolpó enfrente del escenario para disfrutar de vosotros. Desde entonces vuestra música se me ha hecho imprescindible... Pero no creo que sea la primera vez que oyes algo así...
(risas) Muchísimas gracias. Tenemos la suerte de contar con un público que ha conectado con nosotros y nosotros con él. Es algo muy bonito y muy especial, y es muy difícil que ocurra. Esto es muchas veces lo que las bandas quieren y nosotros lo hemos conseguido. Gracias a eso la gente nos dice estas cosas tan bonitas para nosotros.
La banda colaboró para ayudar a los afectados de Lorca.
-He leído mucho sobre vuestro concierto con la Orquesta Sinfónica de Murcia y te puedo asegurar que envidio a los que vivieron aquello...
Lo de Murcia fue algo inolvidable. Nos ha dejado marcados a todos para siempre. Nunca te esperas que vaya a pasar algo así. Nosotros fuimos a colaborar con la orquesta, a tratar de sacar un proyecto adelante, y resultó ser un proyecto emocional más que un proyecto humanitario. Una cosa muy emocionante en la que pudimos convivir con más músicos y tener la oportunidad de sentir esa conexión, también con el público. Todos tenían su momento especial por alguna razón diferente, así que se conjugaron todas esas energías, todas esas emociones que tenían todos en un mismo escenario y eso fue magia.
-Por cierto, me he enterado de que queréis que Julieta Venegas cante con vosotros Maldita Dulzura, ¿hacemos una campaña en Twitter? ¡Ya sabes que con las redes sociales todo se puede!
(risas) No, déjate a ver si le va a sentar mal y lo vamos a echar a perder. Quizá ella prefiere una llamada. A ver si la vamos a liar...
-Al grupo le costó varios años sacar su primer largo titulado Un día en el mundo, que salió en 2008. Después pasaron tres años y salió vuestro último disco Mapas (2011). ¿En serio tenemos que esperar tanto para el siguiente?
En el último pasaron tres, pero estuvimos uno preparándolo porque antes habíamos estado de gira. Y ahora no sé, la verdad es que no tenemos ni idea. Lo que sí queremos es hacer cosas, durante estos meses que son el final de la gira queremos empezar a apuntar hacia algo ya. Que no se demore mucho porque las cosas no están tampoco para parar un año. 
Álvaro B. Baglietto durante un concierto.
-Te incorporaste al grupo una vez creado varios años atrás, ¿cómo llevaste lo de “ser el nuevo del grupo”?
Bien, porque es que son tan majos (risas). Me hicieron sentir bien en todo momento. La verdad es que son unas personas maravillosas todos. Yo les quiero un montón y les estaré agradecido siempre toda mi vida por estar compartiendo esto conmigo.
-En una entrevista de 2009, dijiste que veíais el éxito por fuera pero que por dentro del grupo no se sentía mucho. ¿Lo mantienes?
Sí, totalmente. La primera vez que nos  preguntaron por el éxito estábamos en una casita de Segovia a la que habíamos ido para preparar unas canciones. Y nosotros estábamos igual: comiendo nuestras madalenas, haciendo bromas entre nosotros, con la misma ropa, con los mismos gustos (risas)... No te cambia nada, te tomas tu tostada con mantequilla igual. El éxito está ahí fuera, no en nuestras vidas.
-¿Qué deberíamos llevar a vuestra próxima actuación en el Poble Espanyol de Barcelona para estar preparados?
¿Llevar puesto te refieres? (risas) Zapatillas de deporte, una botella de agua... Perdona, te he echado abajo tu pregunta (risas). Si vas a un concierto de un grupo que te gusta tienes que ir con ganas, con ánimo. Lo interesante es la capacidad de disfrutar con la música y los mensajes y la energía que desprende un concierto. Hay que ir abierto a la posibilidad de disfrutar de él.


-Para acabar, ¿qué miembro del grupo lee o entiende mejor los mapas?
(risas) Sin duda alguna, Pucho. Vayamos a la ciudad que vayamos el tío ya se ha estudiado el mapa de la ciudad y sabe perfectamente si tenemos que doblar a la izquierda, a la derecha, seguir recto... El conductor está con el GPS medio perdido y Pucho ya le dice: No, te acabas de equivocar. Era esa anterior a la derecha. El tío siempre tiene controlado dónde está en todo momento. Espectacular.

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