Todas las crisis evocan al cambio. Las sociales, las políticas, las económicas, incluso las personales. La idea es que algo diferente contribuye a ayudar a que las cosas funcionen de diferente manera y, quizá, mejor. Porque un cambio no es forzosamente ni positivo ni negativo, pero sí que es muchas veces necesario.
Esta semana se ha celebrado el primer aniversario del
15M. Un movimiento que pide a gritos alternativas a un
sistema que ahora mismo nos ahoga y que atenta contra derechos básicos de los ciudadanos. El 15M no es más que el principio de una revolución necesaria y pacífica, pero al fin y al cabo, una revolución.
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Portada del libro. |
Uno de los elementos más importantes de este movimiento ha sido internet, especialmente las redes sociales.
La forma de comunicar y rebelarse ha evolucionado con plataformas como Twitter y Facebook. Y precisamente ahora se ha publicado un libro-documento que recoge la memoria colectiva de la primera etapa del 15M a través de fotografías y
tweets. No está mal como testimonio gráfico de lo acontecido, pero no ofrece mucho más. Supongo que por eso mismo
cuando me acerqué a la presentación de RT#15M en La Central del Raval no había nadie (esperé hasta la hora a la que debía empezar). Así que, sin ninguna intención de sentirme como la alumna empollona de la clase, me fui corriendo a otra presentación también relacionada con el movimiento a unas calles más arriba, en La Central de la calle Mallorca.